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La influencia de la variante ómicron en la economía mundial

Poco más de un año luego del primer éxito de una vacuna para el covid-19 en una prueba clínica, una sensación de temor golpea a gran parte del mundo. La variante ómicron del coronavirus, identificada públicamente por primera vez el 24 de noviembre, puede ser capaz de superar las defensas creadas con la vacunación o con la infección con covid-19. La Organización Mundial de la Salud declaró que ómicron representa un riesgo global “muy elevado”. El patrón de Moderna, un fabricante de vacunas, alertó que las existentes pueden tener dificultades para combatir la nueva variante fuertemente mutada.

Enfrentados a la terrible perspectiva de más cuarentenas, fronteras cerradas y clientes nerviosos, los inversores han reaccionado vendiendo acciones en aerolíneas y cadenas hoteleras. El precio del petróleo ha caído aproximadamente US$10 el barril, la clase de caída que se asocia a menudo con una inminente recesión. Como explicamos esta semana es demasiado pronto para saber si las 35 mutaciones en la proteína de la corona del ómicron lo ayudan a ser más infecciosa o letal que la variante delta dominante. Al analizar los científicos los datos en las semanas por delante se hará más claro el cuadro epidemiológico.

Pero la amenaza de una ola de contagios que se extienda de un país al siguiente una vez más pesa sobre la economía mundial, amplificando tres peligros existentes. El primero es que mayores restricciones en el mundo rico perjudiquen el crecimiento. Al conocerse la noticia de la variante distintos países corrieron a impedir el ingreso de viajantes desde el sur de África donde se identificó por primera vez. Israel y Japón han cerrado sus fronteras por completo. Gran Bretaña ha impuesto nuevos requisitos de cuarentena. La pandemia terminó abruptamente con una era de viaje global en libertad. Este año se estaban reduciendo las restricciones pero la última semana ha mostrado que se cierran los portones mucho más rápido de lo que se abren.

La diseminación del ómicron probablemente también intensifique las limitaciones a la libertad de movimiento dentro de los países. Europa estaba limitando muchas actividades locales aún antes de que arribara la variante, para combatir crecientes contagios de la variante delta. Italia prohíbe a la mayoría de las personas no vacunadas ingresar al interior de restoranes. Portugal requiere que incluso los vacunados presenten una prueba negativa para ingresar a un bar y Austria está en plena cuarentena. La tan esperada recuperación de la inmensa industria de servicios del mundo rico, incluyendo desde las conferencias hasta la hospitalidad, acaba de quedar pospuesta.

La economía en desorden alimenta el segundo peligro, que la variante podría elevar la inflación ya alta. Es en Estados Unidos donde parece mayor este peligro, dado que el estímulo fiscal excesivo del presidente Joe Biden ha sobrecalentado la economía y los precios al consumidor subieron 6,2% en octubre comparado con un año antes, el nivel más elevado en tres décadas. Pero la inflación también es incómodamente elevada en otras latitudes, con un nivel global del 5,3%, según datos de Bloomberg.

Podría creerse que ómicron bajaría la inflación al deprimir la actividad económica. De hecho podría ser lo opuesto. Los precios están subiendo en parte porque los consumidores están comprando muchos productos, lo que representa una exigencia para las cadenas mundiales de provisión de todo, desde adornos de Navidad hasta zapatillas. El costo de envío de un contenedor de las fábricas de Asia a Estados Unidos sigue estando extraordinariamente alto. Para que la inflación general ceda los consumidores tienen que reorientar su gasto hacia servicios tales como turismo y comer en un restorán. Ómicron puede demorar esto. La variante también podría provocar más cierres en nudos manufactureros claves tales como Vietnam y Malasia, agravando los problemas de la provisión. Y los trabajadores cautelosos pueden postergar su regreso a la fuerza laboral, haciendo subir los salarios.

Ese puede ser uno de los motivos por los que Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal, indicó el 30 de noviembre que está a favor del ajuste monetario. Esa postura es correcta pero tiene sus propios peligros. Los efectos secundarios podrían perjudicar a las economías emergentes que tienden a sufrir la salida de los capitales y bajas en la cotización de sus monedas cuando la Fed ajusta.

Las economías emergentes tienen mayores reservas y dependen menos de deuda en moneda extranjera que cuando se dio el fallido intento de la Fed de reducir el estímulo durante la pataleta de 2013. Pero también tienen que contender con ómicron en sus países. Brasil, México y Rusia ya han elevado las tasas de interés, lo que ayuda a contener la inflación pero puede reducir el crecimiento en el momento que se avizora otra oleada de contagios. Turquía ha hecho lo puesto, rebajando las tasas, y como resultado de ello se enfrenta el colapso de su divisa. Más economías emergentes podrían enfrentarse a una opción nada envidiable.

El último peligro es el menos comprendido: una desaceleración en China, la segunda mayor economía del mundo. Hace no mucho era un ejemplo brillante de la resiliencia económica contra la pandemia. Pero ahora se debate con una crisis de deuda en su vasta industria inmobiliaria, campañas ideológicas contra empresas privadas y una política de “cero-covid” insostenible que mantiene al país aislado y lo somete a cuarentenas locales draconianas cuando aparecen casos. Incluso en momentos que el gobierno considera estimular la economía el crecimiento ha caído a alrededor del 5%. Fuera del breve shock cuando apareció la pandemia es el nivel más bajo en 30 años.

Si ómicron resulta ser más transmisible que la anterior variante, la delta, hará más difícil la estrategia china. Dado que esta variante se desplaza con mayor facilidad, China tendrá que contener cada brote con mayor dureza para erradicarlo, lo que afectará el crecimiento y causará problemas en las cadenas de producción. Ómicron puede hacer que la salida de China de su política de cero-covid resulte aún más difícil, porque la ola de infecciones que inevitablemente resultará de permitir que avance el virus podría ser mayor, causando tensiones en la economía y en el sistema de salud. Eso es particularmente cierto dados los bajos niveles de inmunidad inducidos por el contagio en China y las dudas respecto de lo efectiva que es su vacuna.

Variantes y semanas preocupantes

No es todo malo. El mundo no volverá a ver lo que sucedió en la primavera boreal de 2020 con importantes caídas en el PBI. La gente, las firmas y los gobiernos se han adaptado al virus, lo que significa que el vínculo entre el PBI y las restricciones al movimiento y las conductas es un tercio de lo que fue, dice Goldman Sachs. Algunos fabricantes de vacunas prevén que nuevos datos mostrarán que las vacunas existentes prevendrán los casos más severos de la enfermedad. Y si necesitan hacerlo las firmas y los gobiernos podrán producir nuevas vacunas y drogas algunos meses después de iniciado el 2022. Aún así ómicron –o, en el futuro, Pi, Rho o Sigma- amenaza con reducir el crecimiento y elevar la inflación. El mundo acaba de recibir un duro recordatorio de que el camino del virus a convertirse en una enfermedad endémica no se dará sin rispideces.